Abstract:
En esta monografia nos detendremos a profundizar y reflexionar sobre si
los cristianos, cuando decimos que creemos en la lglesia que es una,
somos conscientes de que es un don y tarea, gracia que debemos pedir y
acoger para ponerla en práctica. ¿Realmente buscamos la unidad?
Intentaremos desarrollar una respuesta desde el llamado a la unidad que
encontramos en el evangelio de Juan 17,21 con la oración misionera de
Jesús: "Como tu, Padre, en mi y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo cerca que tú me has enviado".
Esta doble dinámica de unirnos al Padre, exige al mismo tiempo una
unión con todos los hombres. Este mismo mensaje resuena en el
catecismo. Desde el primer numeral nos dice que: Dios «convoca a todos
los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia.
Es en las catequesis de Pentecostés del papa Benedicto XVI donde
podemos vislumbrar que este llamado a la unidad urge en nuestros dias
y es fruto del Espiritu Santo, Benedicto XV nos muestra que: "En
Pentecostés el Espiritu, con cl don de las lenguas, une y transforma la
confusión en comunión. En efecto, sólo el Espiritu Santo, crea unidad en
el amor y en la aceptación reciproca de la diversidad". Benedicto XVI nos
recuerda con firmeza que la lglesia no es constituida por una voluntad
humana, sino por la fuerza del Espiritu de Dios. Inmediatamente se ve
como este Espiritu da vida a una comunidad que es al mismo tiempo una
y universal.